La gente que no tiene el don de la elocuencia suele referirse con envidia a aquellos que supone con la habilidad de expresar por medio de palabras sus sentimientos. No obstante, hay situaciones en las que las palabras no trasmiten todo eso que alguien desea que el otro conozca. En esos momentos, uno desearía que fuésemos capaces de expresarnos por telepatía, como en una película barata de ciencia ficción, y que nuestros pensamientos fuesen trasparentes.
Y así, cuando uno ve sufrir a alguien que quiere, o bien, desea que sus sentimientos lleguen al otro, usa el abrazo, esa sencilla y humilde muestra de afecto consistente en rodear con los brazos a alguien, para que esa corriente de cariño fluya, en un espontáneo y maravilloso milagro.
Pero no siempre parece bastar, y el que ofrece el abrazo, se queda con la comezón de que le diría mucho más a la otra persona. "Tenía tanto que decirte..." se suele uno auto flagelar. En fin...
No hace mucho, yo sentí algo parecido, y no sé si aquella a quien iba dirigida mi muestra de afecto es consciente de todo lo que le quise decir con ella. Así que, amiga mía, por si no fui capaz de transmitirte lo que quería, valgan estas palabras, torpemente unidas, para expresarte mi profunda admiración, por tu entereza, por la paciencia que tienes con quienes, movidos por el deseo de saber de ti, te preguntamos infinitas veces por tu estado y por aparecer siempre sonriendo en todas las imágenes que veo de ti. Hay personas que nos hacen mejores con su ejemplo, y tú eres una de ellas.
PD: un abrazo, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario