Imaginemos un personaje: un muchacho (o muchacha, seamos políticamente correctos),que tras muchos años de pegar las pestañas a los libros obtiene su tan ansiado título universitario. Todo son risas y celebración hasta que le dicen que no, que ya con ser licenciado (ahora se dice tener un grado) no vale, que con la crisis hay que saber inglés a nivel criada de Buckingham, informática como para fundar Microsoft de nuevo y hasta decoración de interiores. Y dos huevos duros. El caso es que cuando se termina de hacer cursos, masters y demás, uno tiene edad para hacerse un plan de pensiones sino fuese por que no ha trabajado nunca, y entonces, dado que en este país de mierda no hay salida, se ha de plantear el irse a otro sitio a trabajar el doble que los nativos de allí, cobrando la mitad.
Por otra parte, imaginemos a un publicitario, de esos que van con perilla, gafas de pasta y aire de moderno, que tiene que hacer la campaña de publicidad de Navidad de una empresa de embutidos que vende aquí, pero que pertenece a una compañía china. Y a nuestro aguerrido publicitario no se le ocurre otra cosa que, continuando una serie de anuncios infames que tuvieron cierta repercusión en años anteriores, hacer un sentimentaloide y rancio repaso por esas "cosas" que parece que son el alma de lo español: un bar abierto de madrugada, el hablar a gritos como si estuviésemos en mitad de un cerro, abrazarnos mucho (es que en otros países no se abrazan, claro), y demás. Todo ello explicado por una serie de personajes, ya prejubilados o en vías de extinción, de los que sólo se salva el gran Chiquito vestido de lord inglés. El anuncio es éste.
Pues bien, terminemos nuestro ejercicio de imaginación: supongamos que el muchacho (o muchacha) de nuestro primer párrafo se encuentra con el publicitario que ha parido el engendro o con cualquiera de los "famosos" que salen en él, diciendo chorradas por unos cuartos. y si no es el becario, puede ser el parado, o el autónomo que cierra su negocio por que hay en su calle un negocio chino que ha reventado los precios y arruinado su tienda, o...¿Se imaginan lo que podría pasar? Yo,sí. Y créanme, se me ocurren aplicaciones verdaderamente artísticas del salchichón en ese caso.
A fin de cuentas, puestos a tirar de tópicos, el de que somos violentos e rracionales, va justo después del de celebrarlo todo en los bares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario