En las películas de acción de
Hollywood, el héroe suele salir vencedor después de pasarlas de todos los
colores, con un esquema más o menos fijo, que en ocasiones sólo cambia por el
escenario donde se lleva a cabo.
Pues traigo malas noticias,
amigos: la vida no es así. No, qué va. En la vida, muchas veces, ganan los
malos, que se llevan el premio y la chica no sólo no se va contigo, sino que ni
se digna a mirarte. Y lo más doloroso es la impunidad con la que cometen sus fechorías, tal vez amparados en el miedo, la desvergüenza o las ganas
de no complicarse la existencia de los demás.
Por ello, cuando alguien se alza
y dice que ya está bien, cuando otros le siguen y levantan su voz, no está de
más agradecerlo y reconocerlo. Porque vivir de pie es meterse en problemas, y
es harto más fácil y mucho más cómodo dejarse llevar por la corriente.
Pero no. Todavía queda quien dice que no, que hay que luchar, y para esas personas que afrontan la
existencia sin miedo, y se pueden mirar al espejo de frente, sin rehuir la
mirada, va este poema de Ruyard Kipling, que explica de una forma mucho más
expresiva todo lo que llevo un rato intentando describir de forma muy torpe.
Si...
Si puedes mantener en su lugar tu cabeza
cuando todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello.
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo
duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con
engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
Y aun así no pareces demasiado bueno o
demasiado sabio.
Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu
amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus
pensamientos tu único objetivo;
Si puedes conocer al triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos
impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has
dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a
los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en
tu vida,
y agacharte para reconstruírlo con
herramientas maltrechas.
Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento ;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el
principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y
tus tendones,
para seguir adelante mucho después de
haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice:
"Resiste!".
Si puedes hablar a las masas y conservar tu
virtud.
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de
los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno
demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos de lucha bravía...
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.